El rito de la esclava

A la muchacha:

La sumisión no es una nueva invención; se ha practicado entre seres humanos desde el amanecer de los tiempos. Se sanciona en escrituras y filosofías religiosas; ha sido el hecho más notable de la vida para mucha gente en esta tierra. La esclavitud es una condición humana. El dolor y el sufrimiento son parte de la vida humana. Pueden ser evitados. Pero el castigo de tu señor es un símbolo de interés y de preferencia por ti, sumisa. Anhelar a tu señor y sus días de castigo es una experiencia que demuestra una voluntad madura.  Dedicas tu mente y tu cuerpo a tu señor y a su voluntad. Muchacha, no te entregas a una  causa, no lo haces ni por dinero o gloria. Hay una semilla que empieza a crecer en ti.

La ceremonia

Esta ceremonia es importante. Hay que ir a ella convencida y resueltas las preguntas y las dudas con tu señor. Con este rito te entregas a una persona que será tu señor por un tiempo convenido. Antes de someterte debes entender que el cambio de tu estado actual al de sumisa será profundo y te afectará. El contrato no puede ser roto durante ese periodo y puede ser renovado o no a su finalización.

En la mesa se fija una vela encendida sin ninguna otra luz en el cuarto. Se coloca en frente el regalo. El señor está quieto a un lado de la mesa,  la muchacha frente a él. Ella tiene los brazos caídos a lo largo del cuerpo y muestra las palmas de sus manos a su señor.

El consentimiento de ella

Señor: ¿Vienes aquí por tu propia voluntad libre?

Sumisa: Sí, vengo libremente.

Señor: ¿Aceptas libremente que te someterás a mi hasta la medianoche del día X del mes de X y del año XXXX?

Sumisa: Sí, soy desde ahora tu esclava hasta entonces.

Señor: ¿Juras solemnemente por todas las cosas que me darás cuanto pida totalmente, sometiéndote sin trabas a mi disfrute de ti durante ese tiempo?

Sumisa: Sí, lo juro por todo, mi señor.

Señor: Repite estas palabras: Juro solemnemente someter a tu voluntad, mi corazón.

Sumisa: Juro solemnemente someterme a tu voluntad, mi corazón (toca su pecho y toca el de su señor), mi mente (toca su frente y la de su señor) y mi alma (toca sus labios y luego los de su señor). Juro solemnemente obedecerte inmediatamente, sin reserva y sin vacilación en lo que me pidas. Juro solemnemente parecer hermosa a tus ojos, sonar graciosa en tus oídos.

(El señor levanta la barbilla de la esclava, que echa los pechos adelante)

Señor: Soy tu señor.

Sumisa: Eres mi señor.

Señor: Soy tu amo.

Sumisa: Eres mi amo

Señor: Soy tu dueño. Eres mi sierva. Eres mi esclava. Tu cuerpo es mío. Sirves mi voluntad. Tu boca es mía. Sirves mi palabra. Tu sexo es mío. Sirves mi placer.

Sumisa: Eres mi dueño, soy tu (el nombre elegido), soy tu esclava. Mi cuerpo es tuyo (la sumisa abre los brazos y lo deja en el aire en forma de T), mi boca es tuya, mi sexo es tuyo. Tu voluntad es la mía. Tus palabras son órdenes. Sirvo a tu placer.

(Después de esta declaración, el señor puede dar una palmada a la muchacha en la cara o la otra parte de su cuerpo y ella baja los brazos)

Señor: Ahora que he tomado la posesión de ti para el período, llevaré tu regalo como símbolo de todo lo que deseo gozar en ti. (El señor coge su regalo que la sumisa le ofrece con dos manos). Dame tu flor, símbolo de tu sometimiento (la sumisa da su flor y se arrodilla ante su señor, con las manos a la espalda de ella. El señor deshoja la flor, pétalo por el pétalo y la sumisa mira caer los pétalos). De la misma forma que he hecho uso esta flor, hago uso de ti. Ahora desnúdate. (La sumisa se quita la ropa y los adornos y vuelve a arrodillarse ante su señor, las manos unidas detrás de ella y las piernas levemente separadas).

(El señor fija sus condiciones)

Señor: Viniste desnuda a mí. (El señor pone en el cuello de la sumisa el collar del dominio). Lo usarás siempre que te lo ordene. (El señor coge la venda negra y con ella tapa la boca de la muchacha). Hablarás cuando lo ordene. Tu cuerpo está para mi placer. Muéstralo. (La sumisa alza sus caderas ofreciendo su sexo). Mi voluntad penetra las barreras de tu cuerpo. Ahora póstrate ante mí. (La sumisa de rodillas pone la cabeza en el suelo). Soy tu señor. No aceptarás más señor y sólo a mi me rogarás que te posea. (Pone un pie sobre la espalda de ella como símbolo del derecho de pernada).

El final

La sumisa ofrece al señor la posibilidad de azotarla, lo cuál hace éste o no, a su voluntad. La sumisa elige el instrumento de azote: fusta, látigo, toallas, las manos…  Tras los azotes, el señor pone una cadena al collar de la sumisa y la conduce al lecho. Allí le quita la mordaza y con ella le venda los ojos. Es atada a la cama. El señor decide si dar o recibir placer. Puede hacerlo el tiempo que desee o hacer sencillamente un gesto ritual. Termina la ceremonia cuando la sumisa baja de la cama y se abraza a las piernas de su señor.

Cosas para el rito

Una mesa de altura normal.

Vela, blanca.

Regalo de sumisa a su señor: algo que la muchacha elige ofrecer porque simboliza la esencia de su sumisión.

Collar auxiliar y cadena (no unidos).

Azote, fusta o toalla no muy grande.

Consolador.

Venda negra para los ojos (colocada junto a la cama).

Vendas o cuerdas (atadas ya a las cuatro esquinas de la cama en la preparación).

Flor roja que la muchacha lleva como símbolo de su entrega.

Es deber de la muchacha asegurarse de que todo lo necesario está listo.

La muchacha

Vestido

La muchacha debe vestir con ropas donde deje claro que ella está ofreciendo su cuerpo a su señor y deben complacer su gusto. Ella debe perfumarse con cuidado. Vestirá al señor si él así lo desea.

Comportamiento general

La muchacha se comporta con humildad, sin ocultar sus partes sexuales a su señor. Su voz debe ser baja pero no un susurro y ella mantiene la cabeza baja en actitud de sumisión. En ningún caso puede corregir a su señor.

Asteria
Arkadia
Kajira
Holandesa
Nina
Luna
Dulce
Chispita
Sibari

Hazme tu esclava

Arkadia {mi señor} Comparezco ante ti con la cabeza gacha y con ojos implorantes de castigo. He tenido miedo y he escapado, en esta era lamentablemente es muy fácil hacerlo para los cobardes, y yo lo soy. También es cierto que hay que ser valiente para volver sobre los propios pasos y agachar la cabeza…

Hazme lo que quieras, mi señor

Soy afortunado por poseer a Arkadia en cuerpo y mente. No tiene más límites que mi imaginación. Es hermosa, inteligente y abierta de forma completa a mis deseos, los más sublimes y los más perversos. Cuando superemos la relación amo-esclava seguiremos siendo amigos íntimos. Es una mujer excepcional a orillas del mar Mediterráneo, un oriente…

Perra

Quiero saber que eres una perra ansiosa por sentir cómo te monto, la sumisa que disfruta con los deseos y perversiones de su señor. Tumbada boca abajo, estirada del todo, te penetro: sujeto tus hombros, beso tu cuello, muerdo tu nuca, comerte los pechos, meter la mano entre tus piernas. Rápido, deprisa, con ansia, como la…

A mi Dueño y Señor: Porque decido y asumo ser tu Kajira

Decido vivir libremente mi sexualidad sin ninguna limitación o prejuicio, eliminando cualquier rastro de timidez o pudor con el objetivo único de proporcionar placer a mi Amo. Por tanto, me comprometo a:  Obediencia incondicional a los deseos de Mi Señor. Sin reservas, ni rebeldías. Buscar satisfacer el bienestar total y completo de ti, Mi Señor. Es el único…

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